sábado, 13 de febrero de 2010

Ganas de tí.


Es algo maravilloso. Creo que, si no fuese porque estoy día a día en esta nube, hoy mismo montaría en cólera al ver que no está. Pero no. Porque sólo él asegura mi paz y seguridad. Mi tranquilidad. Único. El único al que me he planteado entregarle todo, hasta mi alma. Pese a todas las señales de tráfico, curvas y carreteras que nos separen, él está ahí. Existe. En algún lugar. ¿Qué me importa todo lo demás? Si todo esto acorta las distancias, aunque para ello tenga que esperar, y esperar, y esperar. No me importa. Aunque sienta pasar por mi piel los minutos y segundos como días, sé que al final llegará un desenlace. Tal vez bueno; tal vez malo. También me da igual. Y seguirá sin importarme mientras sienta ese revoloteo en el estómago cada vez que por arte de magia apareces conectado en mi pantalla. Eres mi perfección. Algo imprescindible en mis días. Y es que, si alguna vez me faltases, no lo soportaría. Porque sé que estás ahí. Y porque confío en que algún día yo también estaré ahí. Contigo.


Y digan lo que digan, pese a todos esos comentarios tan cuerdos o absurdos, es ahora cuando vuelvo a rozar con la punta de los dedos esa felicidad inexplicable e intangible a la que comúnmente llamamos amor.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Entre líneas.


"Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que, si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él. Un escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio."

Carlos Ruíz Zafón, El Juego del Ángel.

Detrás de una futura escritora hay miles de palabras. Diccionarios. Letras sueltas. Lápices sin mina y bolígrafos "Bic" sin tinta. Noches mirando al techo, inventando una historia con final feliz. Folios en blanco. Miles de hojas arrugadas y arrojadas a la papelera. Ideas. Personajes. Pensamientos. Dedicatorias. Comienzos. Desenlaces. Un mundo feliz y amable. Un terrible asesinato en plena calle. Libros. Hojas cuadriculadas de libreta. Y sueños. Sobre todo sueños. Esos que una necesita encerrar entre líneas y hacer suyos para siempre, por miedo a que nunca se hagan realidad.



Princesa Loca. Momentos de Inspiración.
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