miércoles, 30 de junio de 2010

Tú me haces grande. Enorme.


Para serte franca, pues no. Yo no quiero a alguien que esté minuto a minuto mirándome a los ojos, ni siguiendo mis pasos, ni cada uno de mis movimientos. Ni a ese cuyo máximo entusiasmo es echar el polvo de su vida conmigo en el asiento trasero de su coche. No quiero que esté pendiente de cuándo entro, cuándo salgo y cuándo me quedo afuera. Dónde estoy y con quién salgo. Esa es la prueba más evidente de que no confía en mí. No quiero que me diga cursiladas cada dos minutos, aunque de vez en cuando me guste que lo haga. Y mucho menos eso de que espere que tras una cursilada suya llegue una mía, porque el 90% de las veces no me salen. Me gustaría que entendiese que con una sonrísa mía ya tiene el cielo ganado, porque es la muestra más íntegra que puedo darle de que le quiero. Y todo eso, porque yo también necesito respirar. Sentirme atada a él, pero con libertad. Con ese límite que sólo él pueda y sepa darme. Porque yo lo que quiero es alguien que esté en el momento, el lugar, la hora y el día concretos. Quiero a ese tonto que me espera dos horas en el mismo lugar por sólo recompensarse con la idea de poder acariciarme el pelo y caminar conmigo hasta el parque donde, sentados en el mismo banco de siempre, hablemos de nuestras utopías más abstractas, con las que acabamos riéndonos siempre de nosotros mismos. De lo muy ilusos que somos. Y de lo bien que nos complementamos el uno al otro.



Todos cometemos errores a lo largo de nuestras vidas. Pero compensa el haberte conocido a tí. Y tú, lo superas todo.
Recetasfotos de bebes