domingo, 23 de enero de 2011

28 de Diciembre, de 2010


Una mañana te despiertas, y descubres que todo ha desaparecido. Has desperdiciado parte de tu vida, haciendo castillos de arena frágiles, sensibles. Ni sus finas fortalezas de concha han logrado detener la marea. Se las ha llevado. Ha arrasado con todo. Y tú has arrasado conmigo.
Tantos planes en el aire, han caído al suelo quebrándose en mil pedazos. "La ilusión es cosa de niños". Es lo que pienso cuando estoy triste. El sabor amargo de la desesperanza es lo único que deja, no hay rastro de lo que en el pasado fueron sonrisas y días felices. Aunque, siempre has sabido que no eras tú el que podría hacerme totalmente feliz, nunca te diste cuenta de que tampoco quería que te marchases. Ahora es cuando toca sacar fuerzas de donde no las hay, de donde nunca las ha habido, y repetirme una y otra vez a mi misma que tal vez todo es mejor así.
Sí, he llorado, como una estúpida. He llorado lágrima a lágrima, pagando todas las sonrisas que debía. Pero sin embargo, miro al horizonte y veo que no todo está acabado. ¿Quién es el culpable en esto? Nadie tiene la culpa de que el cielo arrastre y traiga nubes nuevas, ni de que el sol no brille en las tardes más oscuras, cuando más lo necesito.



Hoy, después de tantos días sin dignarme a pasar por aquí, vuelvo a hacerlo. Y me alegra pensar que el cambio de año me ha traído cosas nuevas, dejando en el 2010 lo que tal vez tenía que quedarse ahí para siempre. Iba siendo hora de que esto quedase aquí escrito también.

Quizás un poco tarde, pero al menos os lo deseo: Feliz 2011 a todos.

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