domingo, 15 de noviembre de 2009

El roce de sus manos.


Salió de allí porque habían puesto esa canción que no soportaba, que tantas veces le había hecho llorar después de haber reído tanto con ella. No le importó nada más en el mundo, sólo él. Si entraba, o salía por esa puerta. SI cruzaba o seguía caminando. Por eso salío a oscuras, a buscarlo. Abandonando su esperanza en una esquina, bajo una terraza, para que no se mojara. Pensó en llamarle, pero ni siquiera tenía su número. Dos meses atrás y tampoco sabría su nombre. Lo único que supo al verle, fue cuántas veces había soñado con alguien como él. 365. Su ángel. Su vida en otras manos. Cuando se lo encontró se quedó paralizada, al igual que él. Uno en cada esquina de la acera más corta. No pudo evitar sonrojarse y sonreír, siempre lo hacía. Ambos decidieron caminar despacito, como si el mundo se agotase al cruzarse, sin poder volver a mirarse a los ojos, caminando hacia adelante. Se cruzaron. Y el roce de sus manos no fue suficiente, pero ambos lo conservaron como algo propio, como el más dulce encuentro, después de haber pasado la noche buscándose en esta triste ciudad, en la que los días más oscuros pasan tan lento. Pero ella no lo sabía. Ni él tampoco. No sabían que sus corazones se correspondían incluso antes de conocerse...

2 comentarios:

Recetasfotos de bebes