domingo, 13 de diciembre de 2009

Carrousel.


Sabía que ese día sería especial, distinto de los demás. Algo desde adentro se lo decía. Había pasado tanto tiempo mirándole a los ojos, que ya no sabía hacer otra cosa. Se había acostumbrado. Ahora él era su vida. Por última vez se miró al espejo antes de salir, y sin saber por qué, sonrió, dándose cuenta de que sí era una muchacha fuerte. Sabía lo que quería. Lo quería a él. Y estaba segura porque, no había vuelto a tener esa sensación de caminar sin gravedad cuando pasaba a su lado desde aquella última vez, que había quedado enterrada en su pasado. Necesitaba volver a querer a alguien tanto, tan fuerte, con rabia y dolor. Lo necesitaba para sentir que seguía viva. Que seguía siendo ella misma, respirando, sobre la faz de la tierra. Lo supo en cuanto lo vió. Supo que había soñado con alguien como él muchas noches, que había deseado conocerlo algún día tantas veces...Y se limitó a sonreír, una vez más. Pero en un choque frontal con la adrenalina de su mente, su sonrisa se difuminó, su mirada se perdió, para darle paso al corazón, que gritaba desde su interior aún más fuerte que su voz. Cruzó ese camino que tanto temía. Gritó a los cuatro vientos como llevaba queriendo hacerlo desde hacía ya cuatro meses. No le importó lo que pensaban los demás pasajeros, tan locos como ella, que viajaban en su mismo tren. Y se detuvo el tiempo en esos 10 minutos que pasó a su lado. ¿Qué le importaba lo que pasase después? Si había vivido los días más felices de su vida viéndolo a diario, y ya creía que formaba parte de un carrousel.



Deseó quedarse allí por siempre. Porque le encantaban los carrouseles. Pero ante todo, porque le encantaba él.

1 comentario:

  1. Que bonito :)
    Pues iré el próximo fin de semana para desahogarme de tanto exámenes que me están volviendo loca...Y luego por vacaciones iré unos días al pueblo!
    te quiero.

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