domingo, 18 de octubre de 2009

Devuélveme la sonrisa.


Salió a la calle con el aire como único acompañante. Y el olvido era un prendedor en su cabeza. Paseó con los recuerdos de la mano y se sentó en la esquina de la agonía a descansar. Estuvo allí durante horas. Cuando se volvió a levantar, tenía hambre. Besó a las ganas de volver a verlo para saciarse. Se cruzó con la mentira por la calle en la que todos los recuerdos estaban sentados. Telefoneó desde una cabina. ¿A quién? A nadie. Sólo quería comprobar que el teléfono seguía funcionando. La desesperación la acompañó a todos los bares de la ciudad. Y acabó bailando con el dolor, su peor enemigo. Pero entonces, justo cuando volvía a casa, cuando ya había empezado a llover y el pelo le chorreaba en la cara. Justo cuando se dio cuenta de que no llevaba paraguas…apareció él. Se acercó y miró lo guapa que estaba. La rodeó con la mirada. Sus ojos de niño inocente le brillaban en la cara. Era él. El mismo de siempre, aunque con la mirada un poco más alta. Ella sonrió, por fin, cuando por dentro sintió ese peculiar cosquilleo, y sin pensar, lo besó.


-Has vuelto…-dijo ella.

-Sí. –contestó él mirándole a los ojos.-Para devolverte la sonrisa.

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