sábado, 24 de octubre de 2009

El viaje.


Se subió al tren y dejó escapar un suspiro de aire helado antes de sentarse en el último vagón. Estaba a punto de dejar toda su vida atrás, su familia y sus amigos sólo por volver a verle. Llevaba su diario bajo el brazo, como el más preciado amuleto. Lo abrió por las primeras páginas mientras sus manos temblaban de frío, nervios, o miedo al saber que un viejo mundo se desplegaría en diez líneas ante sus ojos. Nueve de julio de dos mil tres. Viajó seis años hacia atrás. Cada línea que leía era una lágrima de recuerdos en el cristal de sus ojos, a punto de desbordarse. Sonrió y lo cerró, secándose las lágrimas. Él, que había crecido a su lado desde niña, estaba esperándola en alguna estación. Él, que al igual que ella, alguna vez pretendió tapar el sol con un dedo, o saltar por tercera vez desde un tejado con unas alas de papel, sabiendo que se haría daño. El que siempre llegaba tarde porque "se le había parado el reloj". El que después de tanto tiempo, le volvió a recordar cada momento más feliz de su vida en tan solo unos instantes. Deseaba volar en el tiempo para recuperar su último abrazo. Para volver a ver sus ojos transparentes y sentir que no estaba sola después de todo.

Cuando se bajó del tren su sonrisa a pinceladas desapareció. Él no estaba allí. Nadie la esperaba. Una vez más estaba sola a punto de ser devorada por la temible realidad. Caminó junto a la vía del tren, el frío le calaba los huesos. Deseaba morir, o por un momento, desaparecer. Pero de repente todo se volvió más cálido. Sintió su aliento en la nuca, sus manos le tapaban los ojos. La sonrisa más placentera de todas se alojó de nuevo en su cara. Se giró y allí estaba él, una vez más, a su lado, como siempre. Miró al suelo sonrojándose y un susurro acarició sus oídos:


-Siento no haber llegado antes. Se me había parado el reloj...


La felicidad le recorrió desde los pies hasta la cabeza y las mariposas ocultas en su estómago afloraron por todo su cuerpo. Le besó. Dejando en sus labios el último suspiro antes de morir de amor.


Te quiero. Imposible no quererte...

1 comentario:

  1. Y le entrego su reloj porque, ahora esa persona sería su tiempo y su espacio.
    Escribis muy bien, me gusto. si no te molesta te agrego, saludos.

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